La piel cubre una área total de 1.9 metros cuadrados en una persona de tamaño mediano y pesa alrededor de 2.5 kilogramos. Es muy elástica pero pierde poco a poco la capacidad para recuperar la tensión original a medida que avanza la edad. Alguna partes del cuerpo están cubiertas de zonas de piel especializada. Por ejemplo la palma de las manos y la planta de los pies. Este tipo de piel no contiene folículos pilosos y apenas tiene pigmento.
Una cantidad limitada de radiación solar, es benéfica para la salud de la piel. El acné vulgar suele mejorar cuando se expone la piel a los rayos ultravioletas, y la piel elabora vitamina D a partir de la luz solar. Sin embargo, una exposición excesiva puede ocasionar quemaduras graves, y si es prolongada reduce la elasticidad de la piel, obteniendo como consecuencia el envejecimiento prematuro.
Ciertas células especializadas de la piel, producen un pigmento protector llamado melanina. El pigmento protege a los tejidos de la piel de los rayos ultravioleta, y determina además el color de la piel. La intensidad de los daños ocasionados en la piel por la luz solar depende del tipo de piel y de la intensidad y duración de la exposición.
Las personas de piel clara, con tendencia a presentar pecas, son especialmente vulnerables a las quemaduras solares, debido a que su piel produce una menor cantidad de melanina. Las pieles oscuras contienen más pigmento, y suelen ser mas resistentes que las pieles claras.
Al iniciarse los meses de verano, las personas de piel clara deben limitar la duración de sus baños de sol a unos pocos minutos al día, según la potencia de la luz solar. El sol tiene un efecto más intenso a mediodía, por lo que es más seguro tomar el sol por la mañana o por la tarde. A medida que la piel se broncea, puede irse aumentando el tiempo de permanencia bajo el sol. Cada persona consigue alcanzar un cierto grado de bronceado, que guarda relación con factores genéticos y con el grado de exposición.
Es importante que las personas de raza blanca se protegan del sol, incluso aunque no lo tomen de forma intencional. Son especialmente vulnerables ciertas áreas, como la parte trasera del cuello. Una persona que se queme con facilidad debe aplicarse una loción protectora sobre las áreas expuestas, incluidas las orejas, el dorso de las manos, y las plantas de los pies, antes de exponerse al sol. Si una persona camina sobre la arena o la nieve, bajo un sol intenso, debe aplicarse bloqueadores solares por debajo de las cejas, de la nariz, el mentón y de las orejas, para proteger la piel de la luz reflejada. La crema debe aplicarse de nuevo sobre todo después de nadar.
El sebo se secreta hacia la superficie de la piel para evitar la resequedad de los tejidos. La producción de sebo varía de una persona a otra, pero un lavado excesivamente enérgico con jabones y detergentes puede resecar la piel y ponerla áspera y escamosa. La piel de las manos es particularmente susceptible a las lesiones. Las personas que manejan ciertos productos químicos y jabones en polvo deben utilizar guantes protectores. La irritación puede producir picazón, y el rascado puede facilitar la entrada a la infección.
La piel recibe un aporte sanguíneo abundante. De hecho, casi un tercio de la sangre bombeada por el corazón llega a la piel. Si el suministro de sangre se interrumpe durante bastante tiempo, debido a alguna presión, los tejidos mueren. Este trastorno puede presentarse en personas ancianas postradas en cama, dando lugar a úlceras por presión.Las personas que padecen trastornos como la diabetes son especialmente susceptibles a este tipo de lesión dérmica, por lo que deben tener especial cuidado.
Edgardo Sánchez
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