domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Qué es la adicción al sexo?

escrito por Courage Latino
Wednesday, 01 de August de 2007

Las adicciones sexuales no sólo se concentran en el sexo genital o la masturbación, como muchas personas piensan. La sexualidad abarca también las emociones y sentimientos de las personas, y estos dos elementos son también fuente de adicción si se convierten en una actividad compulsiva.
En general:
Las adicciones sexuales no tienen distinción social, y cualquiera puede engancharse.
Suelen convivir varias adicciones sexuales al mismo tiempo en una misma persona.
Las adicciones sexuales suelen acompañarse de otras adicciones no sexuales, como el alcoholismo, drogadicción, etc.
A grandes rasgos, vamos a abordar la clasificación hablando de tres grandes grupos de adicciones sexuales:
1. Adicción al romance
2. Adicción a las relaciones trágicas
3. Adicciones propiamente sexuales

1. Adicción al romance
Tal vez hayas oído que a alguien lo describan como un “Don Juan.” ¡Aquí hay bases literarias! Tirso de Molina es el autor de la obra teatral “Don Juan Tenorio”, personaje del cual deriva precisamente esta expresión. Don Juan era un hombre entregado al romance, que para él era ya una obsesión, hasta llegar al punto de intentar seducir a una monja. En varios puntos clave de la obra habla de su estado interior, su enorme malestar y deseo persistente de abandonar su forma de vida.
Esta adicción puede ser a romances imaginarios o reales. Una mujer que no se atreve a buscar pareja pero gasta una enorme parte del día soñando despierta acerca de todo lo que su pareja le diría y haría con ella puede ser la raíz de una adicción imaginaria. Quien ya haya tomado otro paso y sus romances sean reales, como un don Juan, está también viviendo una adicción. Estas personas encuentran su placer cuando fascinan a alguien, lo atraen y, finalmente, lo seducen. Esta necesidad es una obsesión que, después de cada evento, los deja infelices, hace cada vez más difícil que busquen la intimidad con una pareja dado que no saben darse a sí mismos… ¡ni recibir!, y, como resultado, a base de estar buscando su propio beneficio cada vez se sienten más vacíos.
Tanto el romance real como el imaginario buscan, a fin de cuentas, huir de la realidad y de los compromisos. Huyendo de estas realidades hace al adicto más inseguro, crece miedo al abandono y al sofocamiento de una relación estable. la atracción y seducción del otro. Aquí voy a denotar algo que pueda ser controversial, pero varios autores apuntan en esta dirección. En ocasiones, un hombre mujeriego sin relaciones estables, a fin de cuentas no es que sea un “macho”, sino que, en el fondo, está inseguro de su propia virilidad. Dado que está inseguro, busca su seguridad demostrando a los demás y a si mismo que sexualmente no tiene ningún problema con ninguna mujer.
Adicción a las relaciones trágicas

El ejemplo clásico de esta adicción es el de una mujer que, desafortunadamente, ha creado una codependencia con un hombre golpeador, luego con otro borracho, y así sucesivamente. Tal vez hayas usado el risueño e inocente comentario de la mujer que dice “pégame pero no me dejes”, pero detrás de este eufemismo de mofa se esconde una cruel realidad.
En esta adicción, la persona adicta no tiene una identidad propia, o es una identidad muy debilitada. No sabe quién es, y necesita de otro que le dé esa identidad, y depende de esta persona tanto como la otra persona depende de ella. Este fenómeno en el que ambas partes dependen mutuamente se llama codependencia. El adicto tiene un enorme complejo de inferioridad, que se refleja en un gran perfeccionismo y se la pasa criticándose a sí mismo severamente.
La persona que sufre de esta adicción busca personas inestables, dado que tiene miedo de que si encuentra a alguien sano, éste se de cuenta de su problema y la rechace. Aquí se hace evidente el gran miedo que tiene a la soledad y el abandono, un gran temor a ser amadas por lo que son, y, por ello, aunque su relación se haya convertido en una tragedia, no encuentra fuerza para abandonar a la persona de la que dependen.
3. Propiamente sexuales, adicción “al sexo”
Estas son las adicciones que con más frecuencia reconocemos como sexuales. El objetivo que se busca es el placer sexual. Te preguntaría… ¿existe sexo placentero sin amor? Tendrás una respuesta. Yo te voy a dar la mía. El sexo, efectivamente, es muy placentero independientemente de que te interese o no la otra persona. Orgánicamente, tu cuerpo está diseñado para responder placenteramente en una relación sexual. Pero aquí te va el pequeño “clic” que me gustaría regalarte: el máximo placer sexual se consigue cuando tú y tu pareja se aman. Así, a secas, aunque de entrada te puede sonar extraño. Para entender lo que acabo de escribir, te voy a poner algunas diferencias entre el sexo genital aislado, “sin amor”, y el sexo con amor. ¿Por qué son importantes estas diferencias? Porque el sexo sin amor es el que se convierte en una adicción.
El sexo “sin amor” es aislado y solitario. Puedes estar teniendo relaciones sexuales contigo mismo (masturbación), con una imagen o video (pornografía), o con alguien físicamente presente pero emocional y afectivamente ausente (prostitución si pagas para que esta persona acceda, relaciones vacías si se trata de sexo ocasional de mutuo acuerdo). Puedes estarte diciendo “esta persona me interesa” y tener relaciones sexuales con ella, pero detente un momento a analizar “¿qué es lo que me interesa?” Aquí encuentro una excelente ocasión para hacerte notar una gran diferencia entre las mujeres y los hombres. Los hombres nos fijamos más en el físico, en lo inmediato y en la actividad en conjunto. Las mujeres son más lentas para acceder y buscan eventos que perduren más, emocionalmente satisfactorios, son más sensibles. ¿Estoy sólo buscando mi placer y satisfacer mi curiosidad, o quiero que mi pareja sea cada vez mejor? ¿Mmmmmm, gran pregunta, no? ¿Qué me interesa de mi pareja? ¿Me intereso yo o ella/él?
Atendiendo a otro rasgo del sexo adictivo, éste se hace en secreto y acaba llevándote a vivir una doble vida. Tal vez al inicio te de pena que los demás se enteren, pero luego vas pasando barreras y las cosas se vuelven evidentes: pornografía en la computadora, historias y mentiras que no concuerdan, extremadamente cansado e irritable en el trabajo, poco atento a las necesidades en tu casa y al cariño de los tuyos, por mencionar algunos. Hay personas que encuentran aliados en su adicción, y es entonces más difícil separarnos de ella y de nuestros compañeros. Nos estamos engañando nosotros mismos y a los demás, para tratar de justificar la gran necesidad que tenemos de seguir consumiendo “nuestra droga.”

Estoy casi seguro de que cuando pensaste en “adicción sexual” no te imaginaste que una niña entregada compulsivamente a un romanticismo “virtual” estaba viviendo una adicción

POR: KANTU
KANTU0220@GMAIL.COM
http://drkantu-opinion.blogspot.com/

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